Todos nacemos felices.
Por el camino se nos ensucia la vida,
pero podemos limpiarla.
La felicidad no es exuberante ni bulliciosa,
como el placer o la alegría.
Es silenciosa, tranquila, suave,
es un estado interno de satisfacción
que empieza por amarse a si mismo
Isabel Allende, El amante japonés
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