La herida oculta - Lucrecio

 Me urges

Al poseerse, los amantes dudan.
No saben ordenar sus deseos.
Se estrechan con violencia, 
se hacen sufrir,
se martirizan con caricias y besos.
Y ello porque no es puro su placer,
porque secretos aguijones 
los impulsan a herir al ser amado,
se muerden con los dientes los labios,
Y es que el amor espera siempre
sea capaz de sofocarla
Pero no es así.
No.
Cuanto más poseemos,
más arde nuestro pecho y más se consume.
Los alimentos sólidos, las bebidas
que nos permiten seguir vivos
ocupan sitios fijos en nuestro cuerpo
una vez ingeridos, y así es fácil
apagar el deseo de beber y comer.
Pero de un bello rostro, 
de una piel suave,
nada se deposita en nuestro cuerpo,
nada
llega a entrar en nosotros salvo imágenes,
impalpables y vanos simulacros,
miserable esperanza que muy pronto 
se desvanece
Semejantes al hombre, que en sueños
quiere apagar su sed
y no encuentra agua para extinguirla
y persigue simulacros de manantiales
y se fatiga en vano y permanece sediento
y sufre viendo que el río 
y huye más lejos,
así son los amantes juguete en el amor
No basta la visión del cuerpo deseado 
ni siquiera la posesión,
pues nunca logran desprender
ni un ápice de esas graciosas formas 
vagabundas y erráticas, sus caricias.
Al fin, cuando, los miembros pegados,
saborean la flor de su placer,
y estrechan codiciosamente 
mezclando aliento y saliva, 
con los ojos inundando sus ojos,
y se abrazan una y mil veces
hasta hacerse daño
Pero todo es inútil, vano esfuerzo,
porque no pueden robar nada
ni penetrarse y confundirse 
que es lo único que verdaderamente desean:
tanta pasión inútil ponen en adherirse
rendidos por el placer.
condensado en sus venas, ha desaparecido,
su fuego interrumpe su llama por un instante,
y luego vuelve un nuevo acceso de furor
Y es que ellos mismos 
la secreta herida que los corroe.
a destruir la causa de su dolorosa pasión.
 que el mismo objeto que encendió la llama
que lo devora,
Semejantes al hombre que, en sueños,
quiere apagar su sed 
y no encuentra agua para extinguirla,
que parece estará su alcance 
huye de los simulacros de Venus.
para satisfacerlos,
sobre las que discurren,
piensan que su pasión será colmada,
el cuerpo de su amante,
con los dientes contra su boca,
y mil veces hasta hacerse daño.
 de ese cuerpo que abrazan,
enteramente cuerpo con cuerpo,
a los lazos de Venus,
mientras sus miembros parecen confundirse,
Y después, cuando ya el deseo,
y renace la hoguera 
con más vigor que antes.
saben que no saben lo que desean 
y,al mismo tiempo, 
buscan como saciar ese deseo que los consume,
sin que puedan hallar remedio 
para su enfermedad mortal:
hasta tal punto ignoran dónde se oculta
la secreta herida que los corroe

 



María José- Prefiero ser tu amante




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