Primera Carta : Lo pequeño y lo grande
Tragicamente, el hombre está perdiendo el diálogo con los demás y el reconocimiento del mundo que lo rodea, la televisión (celular) nos tantaliza, quedamos como prendados de ella. Ese efecto entre mágico y maléfico obra, creo, del exceso de luz que con su intensidad nos toma. Y entonces, no solo nos cuesta abandonarla, sino que perdemos la capacidad para mirar y ver lo cotidiano, uno va quedando aletargado delante de la pantalla, y aunque no encuentre nada de lo que busca lo mismo se queda allí, incapaz de levantarse y hacer algo bueno.
Creo en los cafés, en el diálogo, creo en la dignidad de la persona, en la libertad, siento nostalgia, casi ansiedad de un infinito, pero humano, a nuestra medida
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