Un hombre del pueblo de Neguà,
en la costa de Colombia
pudo subir al alto cielo.
Y a la vuelta, contó.
Dijo que había contemplado,
desde allá arriba,
la vida humana.
Y dijo que somos un mar de fueguitos.
- El mundo es eso - reveló -.
Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia
entre todas las demás.
No hay dos fuegos iguales.
Hay fuegos grandes
y fuegos chicos
y fuegos de todos los colores.
Hay gente de fuego sereno
que ni se entera del viento,
y gente de fuego loco
que llena el aire de chispas.
Algunos fuegos, fuegos bobos,
no alumbran ni queman;
pero otros, otros arden la vida
con tantas ganas
que no se puede mirarlos sin parpadear,
y quien se acerca,
se enciende.
♥
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